Cada día vemos cómo tener un trabajo y una vida dignas se hace más difícil. La carestía de la vida está a niveles que hasta ahora no hemos vivido, con unos precios para los productos y servicios básicos que ya no están al alcance de la mayoría social: combustibles, electricidad, gas, alimentos… se han convertido en productos de lujo. Los salarios, pensiones y prestaciones sociales no aumentan al igual que los precios: es más, las pocas mejoras resultan insuficientes para compensarlo. Los servicios públicos no se han fortalecido todo lo necesario para poder responder adecuadamente a la ciudadanía. La precariedad seguirá siendo la norma general en el mundo del trabajo porque nuestro marco laboral está condicionado por las reformas laborales de 2010 y 2012, que no se han derogado y que deben derogarse ya, sin más esperas. La reforma laboral del actual gobierno del estado no responde a las necesidades de la clase trabajadora porque sigue dejando intactas los privilegios del empresariado. Se ha primado un pacto que incluyera a la patronal en detrimento de los intereses de las trabajadoras y trabajadores. De nuevo, un incumplimiento electoral que provoca un desapego de la ciudadanía hacia el gobierno y hacia los sindicatos mayoritarios, que se han arrogado una representatividad que les da el papel. La auténtica representatividad se gana cada día en los centros de trabajo y en las calles, con la participación activa de la clase trabajadora y con la movilización que nos ayudará a reforzar nuestros derechos. Se ha primado un pacto que incluyera a la patronal en detrimento de los intereses de las trabajadoras y trabajadores. De nuevo, un incumplimiento electoral que provoca un desapego de la ciudadanía hacia el gobierno y hacia los sindicatos mayoritarios, que se han arrogado una representatividad que les da el papel. La auténtica representatividad se gana cada día en los centros de trabajo y en las calles, con la participación activa de la clase trabajadora y con la movilización que nos ayudará a reforzar nuestros derechos. Se ha primado un pacto que incluyera a la patronal en detrimento de los intereses de las trabajadoras y trabajadores. De nuevo, un incumplimiento electoral que provoca un desapego de la ciudadanía hacia el gobierno y hacia los sindicatos mayoritarios, que se han arrogado una representatividad que les da el papel. La auténtica representatividad se gana cada día en los centros de trabajo y en las calles, con la participación activa de la clase trabajadora y con la movilización que nos ayudará a reforzar nuestros derechos.
Por eso el sindicalismo de clase y combativo es más necesario que nunca. Parece obvio, pero debemos repetirlo: los derechos laborales se ganan luchando. Y en esta lucha, la Intersindical Valenciana siempre apostará por el trabajo sindical unitario, reivindicativo, transformador, feminista, antifascista, ecologista y valenciano. Con estos ejes, debemos seguir trabajando desde el presente para conseguir un nuevo futuro que pueda empezar mañana misma, para conseguir trabajo y vida dignos, para reforzar nuestros derechos. Sólo así podremos construir un mundo en el que la trabajadoras y trabajadores vivamos con justicia social, igualidad y libertad.
¡Viva el primero de mayo!
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