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viernes, 16 de octubre de 2015

Un jurado iluminado por los móviles

  • La luz se desconectó porque nadie avisó de que aún se celebraba un juicio

  • El abogado del acusado enfocó a su cliente con la linterna del teléfono, mientras el resto utilizaba el mismo método para finalizar la sesión 

    Así, a bote pronto y encauzando el asunto hacia la broma, el reportaje luciría con dos titulares de esta índole: ‘Un jurado con pocas luces’ -ofensivo para unos ciudadanos sin culpa del despropósito- o ‘La Justicia es ciega’, uno más manido en el mundillo de los estrados. No obstante, los enunciados anteriores esconderían el disparate que se vivió la pasada semana en la Ciudad de la Justicia de Valencia.
    El edificio cuenta con un programa energético. A las 19 horas se apaga un tercio de las luces. A las 22 horas, otro tercio. Y a las doce de la noche se desactivan todos los puntos de iluminación. Sólo se mantienen aquellos indispensables para las rondas de seguridad y las dependencias de los juzgados de guardia.
    Al parecer no hubo comunicación de que el jurado se retrasaría hasta bien entrada la noche. Tampoco suele ser habitual que a esas horas todavía se estén celebrando juicios -más allá de algún juzgado de lo Penal con algún asunto complejo- o los tribunales populares.
    De tal forma que llegada la hora, la sala, de repente, se quedó a oscuras. La sorpresa fue monumental. En el banquillo se juzgaba a un hombre por coacciones, pero los antecedentes del procesado, en prisión por prender fuego a su mujer hace unas semanas, despertaron el lógico temor entre los presentes nada más apagarse las luces. De inmediato, los agentes que lo custodiaban fueron los primeros en reaccionar; se incorporaron y se pusieron junto a él.
    Hubo un momento de incertidumbre. El letrado del acusado sacó su móvil y enfocó al procesado para tranquilidad de los integrantes del jurado. Una situación sin precedentes en los últimos años. El juicio estaba llegando a su fin con la lectura del veredicto. Una de las opciones, la más probable en condiciones normales, era la de suspender la vista. Pero esta decisión tenía una consecuencia inmediata para los miembros del tribunal: debían pasar la noche incomunicados en un hotel. Esto no suele ser frecuente. Los jurados suelen deliberar la misma jornada que les entregan el objeto del veredicto, es decir, las cuestiones a las que deben votar. Sin embargo, hay excepciones. Como la del jurado del caso de los trajes, que pernoctó dos días en un hotel del centro de Valencia.
    Así que la opción fue continuar. Otros miembros del jurado también activaron el modo linterna en sus teléfonos móviles. Y de esta forma concluyó la vista. Por suerte, sólo fueron unos minutos, pero el episodio merecería un capítulo en el amplio anecdotario de la Ciudad de la Justicia.
    El acusado, José G. V., se enfrentaba a dos años y nueves meses de cárcel en este juicio. Fue condenado. Según la fiscalía, los hechos ocurrieron hace tres años. El denunciante acudió a un pub de Cánovas. Allí coincidió con el procesado quien le conminó a que le entregara el dinero que decía que debía, 450.000 euros. Le manifestó que era el encargado de cobrar la deuda y que si no la saldaba, le mataría. Cuando abandonaron el lugar, le telefoneó exigiendo que atendiera a sus llamadas porque sabía dónde vivían sus padres y su mujer. Por la tarde, el acusado concertó una cita para que le entregara 1.000 euros y lo amenazó con agredirle. La víctima no cedió al chantaje y denunció.
  • Fuente: www.lasprovincias.es

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