La odisea que sufren víctimas de decisiones judiciales para recuperar bienes decomisados por error.
Juan Hernández Borja prestó a su amigo Juan Carlos Romero un medallón de
oro valorado en 7.000 euros. La prenda tenía incrustada "la efigie de
un conocido autor de música flamenca” y se lo prestó para que lo luciese
en una fiesta. El juzgado número 1 de Castellón investigaba en 2009 a
su amigo por un supuesto tráfico de drogas. En 2009 registró el
domicilio de Romero y, entre otros efectos, requisó el medallón, que aún
no lo había devuelto. Aunque nada tenía que ver con la investigación,
según reconoce el Consejo del Poder Judicial en un informe, Hernández
nunca más supo del medallón. Pidió al juez que se lo devolviera
reiteradas veces e incluso exhibió fotos antiguas suyas con él puesto
para que no quedara duda de su auténtico dueño. Alguien lo robó de la
caja fuerte del juzgado. No es el único caso de robo de joyas de
inocentes guardadas en cajas fuertes de jueces.
Los obstáculos con que se topan las víctimas de estas desapariciones
cuando (unas, totalmente ajenas al pleito, y otras absueltas tras largos
procesos judiciales) pretenden que les devuelvan sus bienes decomisados
acaban minando la estabilidad emocional....